miércoles, 19 de agosto de 2009

Dr. T. Henry Moray

Dr. T. Henry Moray de Salt Lake City, Utah, es uno de los luchadores talentosos. Trabajando en contra de un gobierno ignorante e interesado en el dinero y una sociedad empresarial que reprime las posibilidades de un futuro sin el petróleo y energías nucleares, Dr. Moray continuó hasta su muerte ganando apoyo para su aparato revolucionario. A Dr. Moray le causaron mucha impresión los inventos de Tesla y en los años 1930 logró a construir un convertidor de 60 lb. que generaba 50 kilowatios. Dr. Moray encontró la solución para nuestra creciente demanda de combustible. Estos pequeños convertidores pueden producir la electricidad sin polución y sin alimentación eléctrica. Se pueden utilizar para accionar casi todo. 13 de julio de 1931, Dr. Moray presentó su invento a U.S. Patent Office, e igualmente como Tesla supo poner bajo control y aprovechar el campo taquiónico que pasa por todo lo que existe y luego convertirlo en energía eléctrica utilizable. El problema fue que Dr. Moray no fue capaz comprobar de donde salía la fuente de la energía y la U.S. Patent Office, con su infinita sabiduría, rechazó el aparato no porque no servía (porque sí que servía) sino más bien porque el autor no fue capaz de comprobar la fuente de la energía.
El destino de Dr. Moray parece copiado directamente de libros de historietas. Fue hostigado por cualquiera que pudiera aprovechar o hacer desaparecer el invento incluyendo los agentes del gobierno. El día 2 de marzo de 1940, Dr. Moray alguien le disparó en su propio laboratorio. A partir de ese momento siempre llevaba pistola. Su vehículo tenía cristales blindados, sin embargo los ataques no cesaban. Hasta el día de su muerte en 1974 daba conferencias y charlas a grupos pequeños de interesados. Las preguntas técnicas que en aquel entonces no tenían respuestas todavía nos eluden. El hijo de Dr. Moray comenzó donde su padre terminó, tratando de obtener financiación y encontrar respuestas al por qué sus inventos trabajan.

Articulo proveniente de El taquión lo cambia todo


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